San Petersburgo es una creación de Pedro el Grande. El Hermitage, realizado como Palacio de Invierno y residencia de los zares, se convirtió con el paso del tiempo en uno de los más grandes e importantes museos del mundo, admirado no sólo por su arquitectura y el mobiliario de sus 1004 estancias, sino también por las excepcionales colecciones de arte.
Situado en una de las más grandes y magnificas plazas de Europa, llama la atención inmediatamente por su fantástico barroco de colores blanco y verde. Los secretos de su grandeza y fascinación son muchos. En 1703, Pedro I decidió crear en la estepa infestada de lobos y osos una nueva ciudad, quería abrir en Rusia una ventana hacia el Báltico, en 1731 se inició el proyecto para construir el nuevo Palacio de Invierno, con el deseo de eclipsar la belleza de las grandes residencias reales europeas.
El gusto por el arte de Catalina la Grande fue el motor para la creación de uno de los museos más ricos y visitados del mundo con casi 3 millones de obras excepcionales, fue ella la que compró en Berlín, en 1794, la primera colección de pintura, y la que decoró los aposentos de la familia con de pintura con todo lo más hermoso y raro que pudo hallar dentro y fuera de las fronteras de Rusia.
Allí hay obras, entre otros, de pintores flamencos, holandeses, italianos y franceses como Rembrandt, Rubens, Giorgione, Guido Reni, Poussin, Boticelli, Caravaggio, Tiziano, hasta Monet, Van Gogh, Degas y Picasso. Todos los sucesores en el trono de Rusia contribuyeron a enriquecer el Hermitage.
Ya de por si las salas del Hermitage son obras maestras, las colecciones de este maravilloso museo viajan a través del tiempo y el espacio, de un continente a otro, desde el antiguo Egipto a la India, desde el Extremo Oriente a los Urales, desde los orígenes del hombre hasta nuestros días.
Situado en una de las más grandes y magnificas plazas de Europa, llama la atención inmediatamente por su fantástico barroco de colores blanco y verde. Los secretos de su grandeza y fascinación son muchos. En 1703, Pedro I decidió crear en la estepa infestada de lobos y osos una nueva ciudad, quería abrir en Rusia una ventana hacia el Báltico, en 1731 se inició el proyecto para construir el nuevo Palacio de Invierno, con el deseo de eclipsar la belleza de las grandes residencias reales europeas.
El gusto por el arte de Catalina la Grande fue el motor para la creación de uno de los museos más ricos y visitados del mundo con casi 3 millones de obras excepcionales, fue ella la que compró en Berlín, en 1794, la primera colección de pintura, y la que decoró los aposentos de la familia con de pintura con todo lo más hermoso y raro que pudo hallar dentro y fuera de las fronteras de Rusia.
Allí hay obras, entre otros, de pintores flamencos, holandeses, italianos y franceses como Rembrandt, Rubens, Giorgione, Guido Reni, Poussin, Boticelli, Caravaggio, Tiziano, hasta Monet, Van Gogh, Degas y Picasso. Todos los sucesores en el trono de Rusia contribuyeron a enriquecer el Hermitage.
Ya de por si las salas del Hermitage son obras maestras, las colecciones de este maravilloso museo viajan a través del tiempo y el espacio, de un continente a otro, desde el antiguo Egipto a la India, desde el Extremo Oriente a los Urales, desde los orígenes del hombre hasta nuestros días.
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